Soy Mireia, Terapeuta Gestalt, experta en relaciones tóxicas, autoestima y gestión emocional y te ayudo a liberar las heridas que te llevan a relacionarte de manera equivocada con los demás.
A que recuperes la confianza en ti y tomes el control de tu vida.
“Otra vez vino hoy al trabajo, antes de ayer lo dejamos, pero hoy está aquí, ha venido a verme, sé que está aquí porque en el fondo me quiere….. Si no fuera por esos arrebatos que le dan y lo celoso y controlador que es, estaríamos bien…. Creo que nuestra relación no irá mucho más allá, es como si supiera que no es la persona adecuada para mí, pero sé que esta noche me iré con él…. Podría volver a intentarlo, aunque lo probé tantas veces!! Lo hemos dejado y vuelto no sé… ya he perdido la cuenta.
No sé si saldrá bien… Estoy confusa, no sé, creo que le puedo ayudar, al fin y al cabo tuvo una infancia dura y es por eso que se comporta así conmigo. Estoy agotada, siento que se lo doy todo y hago todo para que él se sienta bien pero nunca es suficiente. Igual no soy yo la mujer que él necesita… estoy hecha un lío!!
Cristina dice que desde hace un tiempo a esta parte ya no quiero quedar nunca con ellas, que solo estoy con él y que además no estoy tan alegre como antes. Pero creo que son cosas de ella porque yo me veo igual, lo único que ahora tengo pareja y tengo menos tiempo.
Daría cualquier cosa porque fuese siempre ese chico que es por momentos, es que cuando él está bien y no pasa nada, estamos bien.
Y es que al final, tampoco soporto estar sola, y si lo dejo definitivamente con él, a lo mejor no encuentro a nadie más, no hay nadie perfecto tampoco, todos tenemos nuestras cosas. Creo que lo voy a intentar, mira como me mira… Qué mono cuando sonríe… Seguro que puedo ayudarlo para que él esté bien y por fin podamos tener una relación normal”.
Esta chica era yo hace 22 años, estaba enredada en una espiral inacabable de relaciones de pareja que nunca funcionaban. Yo las llamaba relaciones intensas, “amaba tanto” y vivía tan preocupada por “el otro” que me ataba a ellos de una forma insana. Mi forma de relacionarme era desde el esfuerzo constante por agradar, de que me quisieran y de querer salvar “al otro” de sus males ,anteponiendo siempre las necesidades de los demás a las mías.
Durante mucho tiempo estaba convencida de que mis relaciones eran “lo normal” y que eso era lo que vivía todo el mundo, hasta que me di cuenta de que sufría demasiado, que dedicaba toda mi energía a reparar constantemente mis relaciones y que me estaba dejando la piel en ello.
Me dejé maltratar psicológicamente y lo hice yo conmigo misma también, demasiadas veces.
Un día mi tío me dijo : “ No te das cuenta que buscas siempre el mismo perfil de chico? No ves que a los chicos buenos o normales no los eliges nunca?”
Esas palabras hicieron un click en mi interior y me dejaron ver que al igual no era que yo tenía “mala suerte con los hombres” sino que quizás de alguna manera yo tenía parte de responsabilidad en mis elecciones. Algo dentro de mí no iba bien.
Aún y así, habían muchísimas cosas en mi subconsciente que yo no era capaz de resolver.
Años más tarde descubrí que lo que me ocurría tenía un nombre : Dependencia emocional y que los hábitos que había ido adquiriendo casi sin darme cuenta formaban parte de algo que padecen millones de personas en el mundo. Es una vinculación insana con los otros que nos transforma en personas controladoras e hipervigilantes y nos hace perder nuestra identidad, el timón de nuestra vida. Un virus que se extiende y transforma el amor en sufrimiento.
Y ese tipo de vinculación, además, se da en todos los tipos de relaciones, familiares, laborales, de amistad…
La llamada que lo cambió todo : “ He llamado para que te vea un terapeuta , dejé un mensaje en el contestador y te llamarán hoy para ver qué necesitas”.
Estas fueron las palabras de Laura, una amiga del alma a la que yo le había comentado hacía unos días (después que ella me recomendara buscar ayuda varias veces) que yo sola con esto no podía.
Esa llamada cambió mi vida para siempre e hizo posible que hoy en día sea la mujer que soy y esté super satisfecha con mi vida.
Empecé a verme con un terapeuta de psicología Gestalt y ese fue el principio de mi gran transformación.
Después de un año de terapia y de ver todos mis “porqués” mis “paraqués”, entender mi forma de vincularme con los demás y desde donde lo hacía, de ver que la dependencia es un trastorno con mil disfraces y que “los salvadores” como yo lo único que debemos aprender a rescatar es a nosotros mismos. Me hizo tanto bien… fue tanto lo que descubrí de mí misma y las herramientas que obtuve, que decidí formarme en terapia Gestalt.
Tengo la formación de 4 años años en Terapia Gestalt, formación en intervención sistémica, y Mindfulness.
Y aunque ejercí durante poco tiempo, unos años antes estudié auxiliar de clínica e hice en paralelo la formación en atención integral al enfermo terminal desde el enfoque de Elisabeth Kübler-Ross.
Soy una eterna aprendiz y sigo formándome constantemente en el área del desarrollo personal, puedo decir que he hecho realidad el sueño de dedicarme en la ayuda a los demás ya que es algo que me apasiona y en lo que «pierdo la noción del tiempo,» como me dice David, mi pareja, y la persona que más me ha apoyado en este proyecto.
Hoy tengo una relación sana y equilibrada con David, desde hace 7 años. Es una relación de igual a igual, en la que hay un equilibrio entre el dar y el recibir, una comunicación verdadera y eficaz. Una relación en la que siento paz, tranquilidad, alegrías, está llena de proyectos individuales y conjuntos. Una relación basada en la confianza, la comprensión y el respeto mútuo. Crecemos juntos día a día y nos ayudamos a crecer. Una relación llena de serenidad en la que no me tengo que preocupar ni desgastar para que funcione, sino que ya sé que todo está bien, y que él , siempre está ahí si lo necesito. Cualquier conflicto que surge lo hablamos y vemos qué es lo mejor para los dos. Es una relación maravillosa.
El autoconocimiento fue, sin duda, la mejor decisión de mi vida. Así me transformé a mí misma para después poder transformar la forma en que me vinculaba con los demás. Obviamente, no cambié solo el relacionarme con la pareja sino el modo en qué yo me relacionaba con el mundo, y eso, cambió todas mis relaciones y transformó mi vida por completo.
Mireia
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